sábado, 9 de marzo de 2013

La confianza no da asco.

Se oye mucho por ahí la expresión de que la confianza da asco, y sé que se dice cuando alguien te cuenta detalles que no quieres saber, o en un mal día te suelta todos sus bufidos a ti. Pero aun así sigo sin estar de acuerdo con esta expresión, la confianza no solo no da asco sino que es un regalo. Es algo que no se elige, se merece, no se fuerza, se trabaja, y es un signo de amistad, de que le importas a alguien tanto como para contarte cosas suyas. Se gana con mil actos y se pierde con uno, como si fuera un diamante, uno bien grande por el cual has estado trabajando día y noche para ahorrar y poder comprártelo (¡ojo! la confianza no se compra) y que cuando lo consigues lo pierdes en un descuido.
-"Confía en mi"- dicen algunos, pero eso no se puede exigir, se gana poquito a poquito, con detalles, a pasitos de hormiguita, y a veces nos gustaría ganarnos la confianza de la gente en la tómbola. Habrá gente que te inspire confianza desde el principio, pero yo aun así recomiendo cerciorarse, no todo lo que brilla es oro, y dejarse en manos de alguien es algo muy peligroso. Confiar es darle a una persona el poder de destriurte y estar seguro de que no lo hará, y eso señores no da asco, da gusto, la tranquilidad de poder compartir con alguien todo lo que quieras a sabiendas de que no te fallará, porque aunque los humanos cometemos errores, traicionar la confianza de alguien no es algo que se hace sin querer.
Ya seas un libro abierto o una caja fuerte con mil candados, todos necesitamos alguien en quien confiar, ¡y la almohada no cuenta!.

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