jueves, 7 de marzo de 2013

Un signo de identidad.

Unas gafas, un peinado, un reloj, unos pendientes, una virtud, todos tenemos algo que nos hace diferentes. Lo seríamos de todas formas porque no hay dos personas iguales en el mundo, pero aun así nos empeñamos en tener algo que haga saber que somos nosotros. Nos gusta sabernos distintos, sabernos especiales, y si alguna vez ves a alguien con un elemento parecido a tu signo de identificación no te hará ninguna gracia. Hace mucho, mucho tiempo estaba con una amiga, que siempre me decía que yo no sería igual sin mi anillo, porque era mio, no sólo porque lo hubiera comprado yo, sino porque me hacía ser así. Durante los días que pude verla (puesto que estaba de visita) me pedía que le regalara mi anillo, a lo cual yo me reía sin disimulo alguno. Al despedirnos me lo pidió una última vez... y se lo dí... he de confesar que ha sido el regalo que más me ha costado hacer en mi vida, no por el valor monetario que tuviera ese arito de metal, ni porque me lo hubiera regalado nadie, ni siquiera tenía valor sentimental para mí, pero ahora sí lo tenía para ella.(Aunque me he enrollado un poco en la anécdota personal creo que me habéis entendido). Por otro lado las cosas materiales son efímeras, se rompen, se gastan, se pierden, se quedan chicas o grandes o feas, y puede que no le gusten a todo el mundo, sin embargo, si haces de una virtud tu signo de identidad sabrás que a todo el mundo le gustará, que no la perderás ni le ocurrirá las cosas que le acontecen a los objetos materiales, y además cuando alguien pregunte: - "oye, ¿quién era Ana? que no le pongo la cara ahora mismo", queda mucho mejor que tus amigos contesten -"si hombre, ¡la que siempre está sonriendo!" a que digan -" la que lleva siempre unas gafas verdes", puede que te reconozcan igual, pero saber que a la gente le llama más la atención que las gafas es una muy buena señal. Piénsalo, ¿Cómo quieres ser recordado?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario