martes, 16 de julio de 2013

Pequeñas piezas...

Hace mucho tiempo, una profesora nos explicaba en clase que estamos hechos de las personas que queremos, que en nuestro corazón siempre llevaremos parte de ellas y ellas parte de nosotros. Personalmente no le tenía mucho aprecio a esa profesora, sin embargo aquella clase me hizo reflexionar mucho. Siempre me había preguntado porqué se decía que cuando alguien se va se lleva una parte de ti, o porqué estamos tan unidos a gente tan lejana. Aquella clase magistral de dos horas de duración dio para mucho, y aunque no puedo decir que recuerde todo, si que puedo decir que caló en mi, que nunca he olvidado la esencia del mensaje, y que durante los años posteriores he ido completando y entendiendo por mi misma esa teoría. 
Me gustaría intentar explicarlo con una especie de metáfora. Al nacer se nos da la base de un puzzle, un molde sobre el que colocar y ordenar las piezas. Las primeras piezas que encontramos al emprender el camino son nuestros padres y hermanos, posteriormente entran los amigos, las aficiones, los lugares especiales, las canciones, la ropa, las creencias, en definitiva todo aquello que para nosotros significa algo. Cuanto más nos importe algo, más grande será su pieza en el puzzle, ocupando así mayor superficie en la base y por lo tanto, más espacio en nosotros y nuestras vidas.
Como cada persona es diferente, cada base es diferente, las personas con un corazón enorme tienen una base mucho más grande, por lo que cabe mucho más, o piezas más grandes... Aunque no es el tema de hoy, he de mencionar que una teoría muy importante es saber dar a cada cosa la importancia que se merece, porque si agrandas mucho una pieza que no tiene futuro, al perderla, perderás una gran parte de ti, y sufrirás sin motivo.
Volviendo al tema en cuestión, estamos hechos de los demás, y cuando una pieza se va y no vuelve, deja ese hueco, su hueco hecho a medida, vacío, y ahora falta algo que te hacía ser como eras. Con tiempo y esfuerzo, reacomodarás el resto de piezas para cubrir esa falta, porque evidentemente no te querrás quedar con un vacío toda la vida ¿no?. 
Sin embargo hay otra pequeña cuestión, ¿qué pasa cuando no pierdes la pieza sino que cambia la relación? Siguiendo con la metáfora diré que la pieza sigue ahí, pero cambia de forma, por lo que tú cambias en cierta forma, ya que tienes que reestructurar todo para que siga encajando. Es lo que pasa cuando te alejas de una persona, o tu relación se vuelve distinta. Habrá momentos en los que eches de menos la antigua unión, pero tienes que dar gracia de no haber perdido esa pieza, perder siempre es peor. 
Las piezas nos hacen ser como somos, nos aportan individualidad, nos ayudan y les ayudamos, nos configuran, y si de verdad son importantes nunca se olvidarán ni a ellas ni lo que nos aportaron y enseñaron. Cuida tu puzzle, por ti y por tus piezas, hay tiempo para todas, hay tiempo para trabajar, para descansar, para disfrutar y para estar con la gente que te importa, no descuides unas por cuidar más a otras...

2 años, 24 meses, 104 semanas, 730 días, 17.520 horas, 1.051.200 minutos, 63.072.000 segundos.

Mañana hace dos años que conocí a una persona que cambió mi vida, una amiga a la que le debo muchísimo. Puede parecer que dos años no es suficiente para que alguien signifique tanto, pero esta amiga es diferente, me caló enseguida, al poco de conocerla ya me conocía como nadie, y le ha dado tiempo para darle la vuelta a mi vida.
Se merece esto y mucho más, me ha hecho abrir los ojos, crecer y madurar. No me importa decir que por aquel entonces yo era una niñata que no sabía qué quería, que tenía la madurez de un guisante, y que no me aguantaban ni mis profesores. Era así, básicamente insoportable. Durante años había pasado gente que al conocerme me había dicho: "madura ya", pero no se habían parado a ayudarme, sin embargo esta amiga se preocupó de conocerme, de ver en qué fallaba, cuales eran mis puntos fuertes y débiles, y enseñarme a sacar partido de mi misma. No se limitó a decirme qué tenía que hacer o en qué tenía que mejorar, sino que me cogió de la mano e hizo el camino conmigo. Aunque la sacara de quicio con mis estupideces, o incluso aunque le hiciera daño con ellas, nunca se apartó de mi. A veces yo pensaba que lo hacía, sin embargo luego me daba cuenta de que me enseñaba a caminar por mi misma, como un padre que al principio le da la mano a su hijo para que empiece a andar, pero que luego le suelta para que camine solo. 
He cometido mil errores con esta persona, y mil veces me ha perdonado, hemos discutido hasta la saciedad, y a pesar de todo sigue ahí, ha hecho cosas que odiaba por sacarme a mi adelante. Es probablemente la persona del mundo con más motivos para odiarme, y por el contrario, es una de las personas que más me quiere. 
Quiero que sepa 
hoy, 2 años, 24 meses, 104 semanas, 730 días, 17.520 horas, 1.051.200 minutos, 63.072.000 segundos más tarde, que soy como soy gracias principalmente a ella, a una amiga de verdad que llegó en el momento más indicado, que ahora soy consciente de todo el esfuerzo y lucha que ha puesto en mi, que nunca olvidaré nada de estos dos años, y que, aunque a veces nos distanciemos o discutamos, siempre me llevaré todo su trabajo en mi.
Estoy en deuda contigo gran amiga. GRACIAS.

jueves, 11 de julio de 2013

1º Relato.

Nº1: "Se conocieron tiempo atrás, se llevaron bien desde el primer momento y se tuvieron la una a la otra para apoyarse en cualquier momento. Pasaron épocas mejores, y otras simplemente coincidían. Años más tarde la vida quiso juntarlas aún más, y hacer que ahí se forjara la amistad que llevaban cultivando todo ese tiempo. Pasaron todo ese año estrechamente unidas, preocupándose la una por la otra como una buena amistad exige. Fue un año para reir, llorar, viajar, hablar, confiar, compartir y ante todo vivir. Ambas cometieron errores, ambas perdonaron, ambas entendieron, y en ningún momento hubo mayor disputa que las habituales discordancias a la hora de elecciones tan simples como la comida en los bares o los lugares de salida esos viernes noche. Ni siquiera qué música se ponía en el coche causaba problemas.
Todo parecía una película de Hollywood en la que al principio nada va mal, pero, al igual que en dichas películas, todo dio un giro. Una de ellas se tuvo que marchar a otra ciudad, aquella vida que un año antes se empeñó en unirlas hasta la mejor amistad escrita, quiso separarlas. Pero también quiso dejarles un verano más, un verano para no olvidar nunca, tres meses para que ninguna de ellas olvidara que esa amistad era profunda y verdadera, y que la distancia física es sólo un incómodo obstáculo fácil de superar hoy en día."

No conozco el resto de la historia, ya que ni ellas dos lo conocen, pero si Dios quiere esta historia tendrá mucho que decir en un futuro... Espero que así sea, por esas dos personas, y por todas aquellas que se hallen en una situación similar.

Una pequeña innovación!

Ahora que ha comenzado el verano y que no hay agobio de estudio ni de nada, he decidido que voy a abrir una nueva sección en este blog. Se trata de un lugar en el que narraré pequeñas historias que he ido recopilando a lo largo de los años. Algunos de estos relatos serán ficticios, otros tan recientes que no tendrán final, habrá largos, cortos, conocidos o por descubrir. Digamos que es una sección un tanto abierta, un poco más "light" para esta época tranquila. ¡Espero que os guste!


Esa extraña fuerza.

En ocasiones me siento ante el ordenador por una fuerza que me empuja a escribir sin saber siquiera qué es lo que quiero decir. Puede que sea porque diría tantas cosas que no se por donde empezar, o porque no diría nada... Suelo decantarme por la primera opción, ya que siempre acabo contando lo que me sale de dentro, y porque pienso que todos tenemos algo que decir. Soy de la opinión de que a veces pensamos que estamos bien, que podemos llevar todo el peso que a cada uno nos toca, pero no siempre es así, y (sobre todo las mujeres) tenemos una maraña de cables liados en la cabeza, que no nos deja dormir, comer o incluso sonreír. Es de estas veces en las que las personas que te conocen te preguntan ¿te pasa algo? y tú, inocente o inconsciente, contestas que no, sin embargo al encontrarte frente a frente contigo mismo te das cuenta de que efectivamente esa persona tenía razón, que en tu cabeza se juntan muchas cosas... Es el momento de enfrentarse a lo que más nos cuesta: el corazón. Es la hora del diálogo entre esos dos compañeros que "conviven" dentro de nuestro cuerpo y que se pasan el día en constante disputa.¿Sabéis por qué nunca opongo resistencia a la fuerza nombrada al principio? Es mi subconsciente que actúa como esa persona diciéndome que me pasa algo y que o deslío esa maraña o habrá una especie de Big Bang dentro de mí, en el que esas dos partículas (cabeza y corazón) chocarán y dará lugar al caos y el desorden...He de confesar que la expresión en vivo y en directo no es mi fuerte, y que probablemente esa sea la razón de que prefiera volcarme en un folio antes que en una persona, sé que aquí diré lo que quiero, y se me da la opción de leer, releer y corregir cualquier error. Sin embargo, cada persona es un mundo, y habrá algunas que prefieran salir con algún amigo y desahogarse, otras que prefieran dar un paseo sin hablar con nadie más que con ellas mismas, y otras que simplemente no hagan caso a su fuerza (ya sea un amigo, una sensación o un "detonante") y tarde o temprano exploten. Efectivamente, ahora sé qué es lo que he venido a decir hoy: todos necesitamos hablar con nosotros mismos de vez en cuando, aclararnos, ver quienes somos, de dónde venimos, qué queremos, y hacia dónde hay que caminar para alcanzar esa meta. Cuando lo sepas coge aire, respira, y ve a por ello.